martes, 10 de febrero de 2015

Lo que significa vivir con una familia anfitriona.

Hey there! Esta entrada va a ser un poquito diferente, ya que me he dado cuenta de que desde empecé a escribir el blog nunca he profundizado en lo que significa vivir con una familia diferente a la nuestra, y creo merece la pena dedicarle un poco de tiempo a ese tema.
Los estudiantes de intercambio se exponen a un montón de cosas nuevas y diferentes que marcarán de una manera u otra su experiencia y, aunque la familia anfitriona no es el único factor que define dicha experiencia, sí que supone una inmensa parte de ella. Es cierto que hay, por supuesto, muchas más cambios a los que adaptarse, como el colegio, los alumnos, los profesores, el clima… Ahora bien, si nos paramos un momento a reflexionar, todos los factores que acabo de mencionar son cambios a los que, en mayor o menos medida, ya estamos acostumbrados. Todos sabemos lo que se siente al cambiar de colegio, o lo que se siente con el simple hecho de pasar de primaria a secundaria; hay diferentes profesores y aulas, nuevas  asignaturas, nuevos amigos y compañeros…  A lo largo de nuestra vida hemos tenido y seguiremos teniendo entornos diferentes dependiendo de la etapa en la que nos encontremos, pero lo único que nunca cambiará nunca es nuestra familia, así que el hecho de vivir en una familia diferente y además de una cultura diferente después de 16 años de convivir día a día con las mismas personas, es, como poco, una locura.
Puede dar un poco de miedo al principio, pero eso no es nada malo, ya que todo el mundo le teme a lo desconocido. Como todo cambio drástico requiere un periodo de adaptación, ya que hay que aprender a vivir con nuevas normas, nuevas personalidades, nuevas manías…., pero, sin duda, es una experiencia enriquecedora que cambiará tu forma de apreciar las cosas para siempre.
Vivir con una nueva familia supone, como ya he dicho, un millón de cambios. Existen nuevas normas, nuevas formas de ser y peculiaridades, nueva casa con su nuevo salón, baños, mascotas y hasta nueva almohada;significa empezar completamente de cero. Y todos esos cambios vienen acompañados de nuevas lecciones.
Rápidamente vas conociendo a los nuevos miembros de la familia, con sus cosas buenas y sus cosas malas, y a medida que los vas conociendo pueden pasar dos cosas: o las cosas funcionan o no funcionan. Y yo, como he vivido ambas situaciones, puedo hablaros de lo que supone cada caso.
Cuando a pesar de tus intentos de adaptarte y de mejorar la convivencia, las cosas no funcionan, la verdad es que se hace cada vez más duro de llevar hasta el punto de que la paciencia y el aguante se acaba y todo explota, y como toda explosión, viene seguida de una sacudida y del consecuente golpe. Pero como todo en esta vida, siempre se le puede ver el lado bueno a las cosas. Cuando te encuentras en esa situación aprendes a intentar verlo todo desde un punto de vista positivo, aprendes a dejar los problemas en casa y salir por la puerta con tu sonrisa de siempre. 
Me acuerdo de que mi amiga Carmen me dijo una vez: “muchas veces me pregunto cómo haces para estar feliz sabiendo todos los problemas que tienes en tu casa” y, la verdad, no sé si ella estaba esperando una respuesta sabia, pero como no estaba segura de cómo lo hacía lo único que hice fue encogerme de hombros y sonreír.  Supongo que era demasiado pronto para que nada ni nadie se dignara a estropear mi sueño americano, y gracias a eso aprendí que el hecho de que una faceta de tu vida no esté yendo bien no significa que el resto se tengan que ver afectadas por eso, y aunque es más fácil decirlo que hacerlo, os aseguro que con un poquito de ganas se puede conseguir.
Ahora viene lo bueno, cuando las cosas funcionan. En mi caso, esto pasó después de que la “explosión” me dejara un poco baja de fuerzas por la fuerte sacudida y el tremendísimo golpe, así que se podría decir que mi nueva familia fue mi cura. 
Me acuerdo de mi llegada a la familia; Krissy era la única que estaba en casa, y recuerdo como si fuera ayer lo primero que me dijo: “Just go to unpack your stuff and come back when you´re done, honey” (Tan sólo deshaz las maletas y baja cuando hayas acabado, cariño). Si esa frase se me quedó tan bien grabada en la memoria es porque os juro que pude sentir cómo me brillaban los ojos al escuchar ese “honey” , una palabra de lo más corriente  pero que yo llevaba mucho tiempo sin oír. No sé por qué pero aún me emociono cada vez que recuerdo aquel momento.
Desde ahí, las cosas empezaron a ir mejor y mejor  y yo me fui recuperando de mi golpe a buen ritmo. Ahora ya veo como algo de lo más normal que mis "host parents" utilicen palabras de afecto, el “que tengáis un buen día”, el “buenas noches, cariño” o el simple hecho de que se preocupen por mí. Sí que es cierto que nunca será lo mismo que estar como en casa, pero desde luego que se hace mucho más agradable y llevadero cuando vives con gente que te quiere y se preocupa por ti.
Cuando las cosas funcionan todo se vuelve más natural; el preocuparse los unos por los otros, el llegar a casa y hablar de tu día, la hora de la cena, el pasar tiempo en familia en el salón e incluso alguna que otra pequeña riña de vez en cuando.  También aprendes un millón de cosas buenas. Aprendes a adaptarte a los cambios,  a agradecer todo lo que hacen por ti ( y no sólo a tu nueva familia, sino también a tu familia de verdad, y es que al final los padres son los únicos que lo darían todo por sus hijos), aprendes a convivir y a tratar de hacer esa convivencia lo más agradable y enriquecedora posible para todos y, lo más importante, aprendes a querer, y me refiero a un querer de verdad, ese que está por encima de los defectos, ya que es muy fácil querer a una persona sólo por sus virtudes.
Si os digo la verdad, tengo la impresión de haber vivido en dos mundos diferentes, pero gracias a que he vivido también en el mundo “menos bonito”, ahora soy capaz de apreciar mucho mejor mi nuevo mundo, la familia Paul. 
Aunque dudo que algún día lean esto, me gustaría dejar por escrito que siempre les estaré inmensamente agradecida por haberme acogido y haberme dado la oportunidad de disfrutar el resto de mi experiencia con ellos y que siempre, siempre siempre los consideraré mi familia americana.

Como ya me he alargado bastante en esta entrada y no quiero que se vuelva demasiado extensa, aquí os dejo unas fotos para resumir lo más importante que he hecho durante estas semanas:



HAPPY ROCK TRIALS:














FIN DE SEMANA EN ST. LOUIS (con Alexis, Carmen, Todd y Jennifer):









SENIOR NIGHT EN DIVING (última competición de la temporada):






















DÍA DE MUCHA NIEVE (mismo día que la " Super Bowl"):








WINTER FORMAL DANCE:







Y hasta aquí por hoy, queridos lectores, ¡un beso muy fuerte!

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